sábado, 28 de marzo de 2015

LECTURAS DE LA MISA DEL DOMINGO DE RAMOS.

Si no vas a Misa estas Lecturas te acercaran a una sintonía
más clarificadora, solidaria y hermosa.
Si vas, te servirán de recuerdo y preparación.
Y si no vas, pero quieres ir, te ayudaran a acercarte a la puerta.
 
**********************************
BENDICIÓN DE LOS RAMOS Y PROCESION:

Evangelio según San Marcos (11, 1-10): Bendito el que viene en nombre del Señor.

«Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, envía a dos de  sus discípulos, diciéndoles: “Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: ¿Por qué hacéis eso?, decid: El Señor lo necesita, y que lo devolverá enseguida”. Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les dijeron: “¿Qué hacéis desatando el pollino?” Ellos les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron.

Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él. Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!”».

SANTA MISA:

Lectura del libro del profeta Isaías (50, 4-7): No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

Salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
R./ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Lectura de la carta de San Pablo a los Filipenses (2, 6-11): Se rebajó a sí mismo, por eso Dios lo levantó sobre todo.

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Evangelio: Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 14-16,8 (se ha cogido 15, 16-27)

Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de Él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante Él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, rey de los judíos!». Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron con Él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza: «Tú que, destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz».

Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo: «A otros ha salvado y Él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?». Hasta los que estaban crucificados con él lo insultaban.

Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó: «Elí, Elí, lamá sabaktaní». Es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Al oírlo algunos de los que estaban por allí dijeron: «A Elías llama éste». Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían: «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo».

Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu. 

& Pautas para la reflexión personal  

z El vínculo entre las lecturas

La Iglesia recuerda la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén y da inicio así a la Semana Santa. El Evangelio de este Domingo se puede decir que es doble ya que por un lado, al inicio de la Misa, se lee la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, acompañado por la multitud que lo aclama con ramos de olivos en la mano; y por otro lado, durante la liturgia de la Palabra, se proclama la lectura de la Pasión y Muerte según el Evangelio de San Marcos. Del mismo modo que en las lecturas dominicales de la Cuaresma, la perícopa evangélica es la que marca la pauta y el tema del día; el tema del sufrimiento del Reconciliador estará presente en todas las lecturas; a excepción de la antífona de entrada que explota en el jubiloso grito mesiánico del « ¡aleluya!»
La lectura veterotestamentaria, sacada del tercer cántico del Siervo de Yavheh del profeta Isaías; nos habla de la obediencia sufridora del «Siervo de Dios», y desemboca en el Salmo Responsorial, con los versículos sacados del Salmo 21: «¿Dios mío, Dios mío; porqué me has abandonado?».San Pablo en su carta a los Filipenses relata, en uno de los más antiguos himnos cristológicos, el movimiento kenótico[1]- ascensional que marcará toda la vida y misión de Nuestro Señor Jesucristo; y que encontrará su plenitud en su Pasión - Muerte - Resurrección. Jesús se hace obedece obediente hasta la muerte y muerte de Cruz.     

J Domingo de Ramos en la Pasión

El sexto Domingo de Cuaresma o Domingo de Ramos en la Pasión ocupa un lugar muy importante en los cuarenta días previos. Por el título ya sabemos que se refiere a dos aspectos fundamentales que se funden en una sola conmemoración: la entrada de Jesús en Jerusalén y la conmemoración de la Pasión. Sabemos por el relato de la famosa peregrina Eteria[2] que los cristianos de Jerusalén, en los inicios del siglo V, se reunían en el monte de los Olivos en las primeras horas de la tarde, para una larga liturgia de la Palabra; en seguida, al caer ya la noche, se dirigían a la ciudad de Jerusalén, llevando ramos de palmera o de olivo en las manos.
Esta costumbre fue asumida primero en las Iglesias Orientales pasando luego al Occidente (por España y las Galias) pero sin procesión. En esas regiones se entregaba en este Domingo el Símbolo de la Fe (el Credo) y se ungía a los catecúmenos leyéndose el Evangelio de San Juan 12, 1-11 (unción de Jesús en Betania), al cual se le aumentaron los versículos 12-16 (entrada de Jesús en Jerusalén). Por eso el día comenzó a llamarse de Domingo de Ramos pero no como una solemnidad propia. La bendición de los ramos de palmera así como la procesión comienzan a divulgarse alrededor del siglo VII recibiendo, en los siglos posteriores, elementos cada vez más teatrales. En el nuevo Misal existen tres formas de poder conmemorar la entrada de Jesús en Jerusalén de acuerdo a razones pastorales.  

JL ¿Qué sucedió para cambiar tan rápido de opinión?

Al participar de esta Solemnidad uno no deja de sorprenderse por el contraste tan evidente entre ambos momentos de la liturgia. Los mismos que acompañaban, que aclamaban, que jubilosos reconocían a Jesús como el Mesías prometido; ésos mismos, pocos días después exigirán a gritos que sea crucificado. ¿Qué ocurrió en esos días para explicar este cambio? Ocurrió que Jesús cayó en desgracia y así perdió todo el favor popular. Los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos mandaron gente con espadas y palos a detenerlo, y Jesús se entregó mansamente para ser llevado ante Pilato y ser acusado. Viendo el pueblo que Jesús no reaccionaba con poder, sino que se dejaba escupir y abofetear le volvió la espalda. Sin embargo no podemos olvidar que existe un plano más profundo que es la encarnizada lucha que se va a dar entre las fuerzas del bien y del mal; entre la vida y la muerte.

J «¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David!»
Colaborador: J.R. Pulido. Presidente Consejo Diocesano ANE en Toledo



[1] Kénosis: abajamiento, humillación.
[2] Eteria (finales del siglo IV o inicios del V),  monja española que realizó un viaje a Oriente que plasmó en su obra Itinerario. Se ignora la fecha y el lugar de su nacimiento, aunque es de suponer que era gallega pues se alude a su nacimiento en las playas del extremo Occidente. Ha sido conocida, a lo largo de la historia, con diferentes nombres: Geria, Eteria, Egenia o Aiteria. Incansable, viajó por Asia Menor, Egipto, Mesopotamia y Palestina, reflejando en su obra Itinerario la descripción de sus desplazamientos y numerosas notas sobre la vida de las comunidades cristianas de estas regiones en los inicios del cristianismo. Al final del XIX se redescubrió en Italia el relato de su Itinerarium. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario