viernes, 8 de noviembre de 2013

VA DE ESPIAS (nuevo sermón desde este púlpito digital)

La Oficina de Prensa de la Archidiócesis de Sevilla me ha remitido en mi condición de suscriptor un interesante artículo, que transcribo, firmado por D. CARLOS ROS, ( Santa Olalla del Cala, Huelva, 1941) sacerdote y escritor, licenciado en filosofía y teología por las Universidades de Comillas y Roma respectivamente, que cuenta con más de cincuenta libros publicados )Lo considero interesante y lo introduzco en mi " libro de bitácora "

Una de espionaje

Eso de que estos sermones no salgan ya en una Hoja parroquial, me ha dado libertad para hablar a mis amigos desde este púlpito confidencial con una mayor libertad de lo divino y de lo humano. Y he pensado, ¿por qué no divertirnos un poco contando una historieta de espionaje? Me voy a parecer a Agatha Christie, me diréis. ¡Ya quisiera yo tener una mínima parte de éxito con mis libros que tuvo ella!

Parte de la trama se desarrolla en el Vaticano, otra en los países del Este y Alemania. Que en el Vaticano ha habido y seguramente hay espionaje, es algo de lo que se ha escrito mucho, a veces con no poca fantasía. Hace unos días, sin ir más lejos, se ha hablado en los medios de ese escándalo suscitado por las escuchas norteamericanas de políticos relevantes de Europa, y se decía que también había sido espiado el Vaticano durante el último cónclave. Y hace dos años, ocurrió el escándalo denominado Vatileaks, donde el mayordomo del Papa le sustraía documentos secretos de su misma mesa de despacho y aparecían en la prensa italiana. Hace unos años, conocí a un hermano de San Juan de Dios, que había estado en la Enfermería y Farmacia del Vaticano, y me hablaba de que dentro de sus muros circulaba la mafia. A saber si es verdad, pero uno ya no se extraña de nada.

Lo que aquí cuento forma parte del trabajo en el que estoy inmerso ahora, alrededor de la figura del papa Pío XII. Ya os conté en mi púlpito anterior cómo en 1963, cinco años después de la muerte de Pío XII, apareció una obra de teatro titulada “El Vicario” de un joven alemán llamado Rolf Hochhuth, inicio de la “leyenda negra” que se levantó contra el papa Pacelli. Hacía un año que había comenzado el Concilio Vaticano II y en Israel se había desarrollado el proceso público contra Adolf Eichmann, alto funcionario de las SS, detenido en Argentina por el Mossad y llevado clandestinamente a Israel para su juicio. Eran momentos aquellos para que el mundo tomara conciencia de la magnitud del Holocausto o Shoah.

El 20 de febrero de 1963 se representó por primera vez “El Vicario” en Berlín y ahí apareció como culpable, no el pueblo alemán que encumbró a la cima del poder la figura esperpéntica de un pintor fracasado llamado Adolf Hitler, sino Pío XII en quien centró la culpabilidad del Holocausto, no porque lo hubiese querido sino porque no lo impidió. Un año más tarde, fue llevada a los escenarios de Nueva York y posteriormente traducida a veinte idiomas.

Pablo VI, en ese entonces, cardenal Montini, arzobispo de Milán, quien fuera un colaborador inmediato de Pío XII en esos años de guerra, salió en su defensa. Dijo:

—No se juega con estos argumentos y con los personajes que conocimos con la fantasía creadora de artistas de teatro, no bien dotados de discernimiento histórico y, Dios no lo quiera, de honradez humana. Porque de otro modo, en el caso presente, el drama verdadero sería otro: el del que intenta descargar sobre un Papa, extremamente consciente del propio deber y de la realidad histórica, y además de amigo, imparcial, sí, pero fidelísimo del pueblo alemán, los horribles crímenes del nazismo alemán. Pío XII ha tenido igualmente el mérito de haber sido un “Vicario” de Cristo, que ha tratado de cumplir valiente e íntegramente, como podía, su misión; ¿se podrá inscribir como mérito de la cultura y del arte una semejante injusticia teatral?

El libro del historiador americano Ronald Rychlak “Hitler, the war and the Pope”, ha venido a desvelar los documentos e informaciones manipulados que los servicios secretos de la URSS y de otros países satélites han suministrado a Hochhuth para su obra de teatro.

El rabino David G. Dalin dice del libro de Rychlak que es “el estudio más completo, más elegante y mejor documentado de cuantos se han hecho hasta la fecha”. Y yo me pregunto por qué editoriales españolas solo traducen los libros especialmente hostiles a la figura de Pío XII y no han traducido este, por ejemplo, y me tengo que valer en mi deficiente inglés de la ayuda traductora de mi querida cuidadora, la mexicana Patricia.

Rychlak se basa en el testimonio de un ex general rumano, llamado Ion Mikhail Pacepa, alto oficial del servicio secreto de Rumanía refugiado en Estados Unidos en 1978. En 1960, Pacepa dirigía los servicios secretos rumanos en Alemania Occidental y fue encargado por los soviéticos de infiltrar unos agentes en el Vaticano para recabar documentos sobre Pío XII y entregarlos a la KGB. La misión tenía el nombre codificado de “Posición 12”. El general Ivan Agayants, jefe de la oficina de desinformación de la KGB voló a Budapest para decirle que la “Operación 12” se había transformado en un potente ataque a Pío XII, llamado “El Vicario”.
Hochhulh, por su parte, pretendía hacer creer que había encontrado sus datos en los archivos vaticanos, donde permaneció investigando durante seis meses. Lo cual es una mentira más, porque no estuvo en Roma más que unos veinte días y su presencia en los archivos vaticanos está registrada, como se hace con cualquier historiador, del que se toman los datos de sus entradas y salidas y del tema elegido. Hochhulh estuvo esos días en Roma, pero hacía rabona y no todos los días acudía a la sala de investigadores. Debía gustarle, digo yo, Roma la nuit más que la investigación.

Así se escribe la historia, que será el tema de mi próxima entrega y espero que sea más divertida que la que os he contado hoy.

Carlos Ros