martes, 12 de julio de 2011

EL DIOS EN QUIEN NO CREO


Autor: P. Mariano de Blas

Desde Zaragoza mi amigo Fernando Rivero San José me remite este artículo que deseo compartir con vosotros:

Los que no oyen a Cristo, los que sienten indiferencia por Él, no son malos, simplemente, no lo conocen.

Son muchos los que dicen, o por lo menos piensan, algo así: "Soy cristiano, pero ni Cristo ni el Cristianismo me llenan; no me aportan lo que necesito. Es una religión que no da sentido a mi vida, no resuelve mis problemas, no me hace feliz. Se me hace pesada, aburrida e ininteligibles sus rezos, misas, sermones; ¡tan tétricos sus confesionarios!.

Al Dios de los cristianos lo siento tan lejano, etéreo, tan inflexible en sus mandamientos, castigador. Y los cristianos son seres aburridos, tristes, tan iguales a los demás que para ser como ellos, prefiero pasar de su Credo".

Estaríamos de acuerdo si realmente Cristo fuera aburrido, un aguafiestas, un tipo tan exigente y poco simpático. A "ese" yo tampoco lo quiero.

Si la religión católica no es capaz de dar sentido a mi vida, no da respuesta a mis dudas y problemas, no me hace feliz, a mi tampoco me interesa. Yo no sería cristiano para dedicar mi vida a un Cristo de cartón, incapaz de hacerme feliz.


Pero Cristo no es aburrido. El sí convence, el cristianismo sí da solución a los problemas, a todos los problemas, y sobre todo hace felices, muy felices a las personas.

Cristo es la felicidad de los hombres, y puede por lo tanto ser también la tuya. ¿Dónde está el secreto? Esta frase lo puede indicar: "Aunque Cristo naciese mil veces en Belén, si no nace en ti seguirás eternamente perdido".


Dicho de otra manera: debes conocerlo, conocer al Cristo verdadero. Pero el Cristo que se dió gratis; vale mucho. Demasiado y hay que luchar por merecerlo.Yo podría repetirte de memoria que: Cristo es el camino, la verdad y la vida. Que es tu salvación, que es la persona que tiene en su mano el secreto de tu felicidad, la persona que más te quiere del mundo, pero prefiero que lo entiendas por la experiencia de otros.Tomemos cuatro ejemplos:

Agustín de Tabaste, un hombre que buscaba, ansiosamente, apasionadamente, la verdad, la felicidad, pero siempre por sus propios medios, y nunca la encontró. Llegó a tal punto que un día caminando con sus amigos por una calle de Milán, encontraron a un borrachito haciendo eses, y uno comentó: "ese hombre es más feliz que nosotros"; nadie le contradijo. Nunca pensó encontrar aquella verdad y aquella felicidad, hasta que por fin un día a la fuerza tuvo que reconocer, que la única felicidad de su vida y de la vida de cualquiera era Cristo. Lo expresó con aquellas palabras: " Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti".

Pablo de Tarso, que odiaba a Cristo y a los cristianos, los persiguió hasta encarcelarlos y darles muerte. Pero aquel Cristo le hizo ver que era duro dar coces contra el aguijón, e hizo caso. Cuando le preguntó, ¿Pablo porqué me persigues?, él le respondió: ¿qué quieres que haga?. Andando el tiempo, este hombre, antiguo perseguidor de Cristo y de cristianos, llegó a decir: "Para mi el vivir es Cristo, Cristo me ama y se entregó hasta la muerte por mi".

Ignacio de Loyola, para quien lo único importante en este mundo, eran las damas, la guerra y su reina, una bala de cañón le dijo la verdad cuando sitiaban la ciudad de Pamplona. Este hombre es el que compuso aquella oración tan conocida, "Alma de Cristo- santifícame, Cuerpo de Cristo- sálvame, No permitas que me aparte de ti".


Francisco de Borja, aquel guerrero, que estaba entusiasmado por defender a su Reina, la Reina de España, famosa por su belleza. Mientras guerreaba en Italia le avisaron que había muerto su Reina, y a uña de caballo, regresó, para ver si podía dar el ultimo adiós a quien había sido su ídolo de nobleza. Alcanzó a llegar en el momento de la sepultura y pidió permiso para abrir la caja y por última vez ver el rostro de su Reina. Aquel rostro tan hermoso en otro tiempo, estaba ya muy desfigurado y ante él dijo aquellas famosas palabras: "No volveré a servir a un Señor, que se me pueda morir".

Los que no oyen a Cristo, los que sienten indiferencia por Él, no son malos, simplemente, no lo conocen, como no lo conocían, Agustín de Tajaste, Pablo de Tarso, Ignacio de Loyola, Francisco de Borja, Teresa de Ávila y tantos otros.

El Dios que muchos rechazan también yo lo rechazo.


Pero a mi Dios no lo rechaza nadie, porque nadie rechaza el amor, la felicidad, la plenitud.

Dios es Plenitud, Felicidad, porque Dios es el Amor.

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