jueves, 4 de marzo de 2010

TEMA DE REFLEXIÓN PARA EL mes de MARZO

ENCUENTROS CON CRISTO EUCARISTÍA

Marzo de 2010.
III.- Lo que te pidió el ladrón, también te ruego..

En la Cruz se ocultó Creo que eres Dios y
la Divinidad. Hombre verdadero.
Aquí, también la Humanidad Lo que te pidió el ladrón
desaparece. También te ruego.

Cristo quiere que le tratemos, que le amemos, que nos dirijamos a Él, que en Él pensemos. Con la Fe le reconocemos como Dios y hombre verdadero. Con la luz de nuestra inteligencia quiere que le conozcamos también como hombre.


Ante el Sagrario revivimos toda la vida de Jesucristo y, ahora, especialmente, su Pasión, y la vivimos con los ojos inundados de la luz de la Resurrección.

No vemos al Señor como lo contempló la Virgen María; cómo lo vieron los apóstoles y quienes acompañaron a Jesús y a los dos ladrones, que iban a ser crucificados con Él, en el primer Vía Crucis de la historia.


No le vemos caer, y levantarse exhausto. No le vemos tambalearse ante el peso de la Cruz, no le acompañamos cuando hace un alto en su caminar y escucha la queja sufrida de las mujeres de Jerusalén; ni en el encuentro consolador con su Madre Santa María.


Ellos no descubrieron durante la Pasión, en Cristo cargado con la Cruz, ninguna señal de su Divinidad. Vieron sólo su Humanidad herida, sufriente, torturada, maltratada.


Nosotros no tenemos delante de nuestros ojos ni la Humanidad ni la Divinidad. Creemos en su Humanidad y en su Divinidad, porque nuestra Fe nos dice que en el Sagrario está Cristo Resucitado.


Creyendo en la Pasión, en la Muerte, en la Resurrección redentoras de Cristo, contemplamos en la Eucaristía, en el Sagrario, el mismo Cristo en quien descansó su mirada el Buen Ladrón; y como él, nos dirigimos a Cristo.


“Ladrón arrepentido”. Dimas se liberó de sus pecados, y su espíritu descubrió la libertad de amar a Cristo, de adorarle.


¿Qué sale de nuestro corazón cuando nos arrodillamos ante Cristo en el Sagrario? ¿Qué decimos cuando queremos “pedir” lo que pidió el Buen Ladrón?


La pedimos arrepentirnos de nuestros pecados, de nuestras faltas, de nuestras miserias, para verle con ojos más limpios, más abiertos a su Luz.


Le rogamos que nos deje acompañarle a llevar la cruz, como hizo Simón de Cirene, sufriendo por Su nombre tantas ofensas, y tantos desamores, como recibe en el Sagrario.

Le pedimos que nos enseñe a amarle con la delicadeza, y la valentía, con las que le cuidó la Verónica.

Le rogamos que lleguemos a contemplarle con los ojos del Centurión, y que con el Centurión, renovada nuestra Fe ante la Cruz y ante el Crucificado muerto, le digamos: “Este es verdaderamente el Hijos de Dios”

Y entonces descubriremos la alegría del Buen Ladrón de estar junto a la Cruz de Jesús, y de pedirle lo que él le pidió.

“Acuérdate de mi cuando estés en tu reino”

Le pidió morir y resucitar. Y oyó de Cristo estas palabras: “Hoy, estarás conmigo en el paraíso”-
Ante el Sagrario, adorando a Cristo, nos arrepentimos de nuestros pecados, y morimos al pecado.

Y gozamos de la Resurrección de Jesús, recibiendo su perdón en el Sacramento de la Reconciliación.

Y nuestra Esperanza vive de las mismas raíces de Resurrección de la Cruz de Cristo.
* * * * * *
Cuestionario.-

-¿La adoración de la Eucaristía me mueve a pedir perdón por mis pecados en el Sacramento de la Reconciliación?

-¿Se expresar ante el Sagrario las alegrías y las penas; darle gracias por los bienes que recibo, y pedir con confianza lo que necesito para mi alma y para mi cuerpo?

-¿Me acerco a visitar al Señor en una iglesia, aunque a veces me cueste esfuerzo y sacrificio?

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